martes, 7 de octubre de 2008

Parten tras tu huella

Y mis recuerdos parten tras tus huellas de pasos cansados. Como parten las hojas tras el viento, con un rumor de olas, despeinando la acera. Tus palabras cariñosas, para la nena consentida que soy ante tus ojos, tu mi primer amor. En tus ojos me veo niña, siempre.

De tu mano aprendí a no tomar riesgos verdaderos, y volé sobre acantilados cuando me perdía de tu vista protectora, porque nada podías hacer para impedirlo. Sí, me hubieras guardado con mimo sólo para ti. Pero un día me viste mujer, te peleaste con el tiempo que te había surcado la cara y protestaste en silencio, mientras me viste partir.

Ahora vuelves año a año, con tus pasitos cansados, con las mejillas perladas, por las lágrimas de un tango, que te baila por la pista de la niñez arrancada, efímera, terriblemente corta. Me miras y, ante tus ojos, por momentos crees ver a esa niña de otros tiempos, que se escurre entre tu cama para espantar los miedos.

Y mis recuerdos parten contigo, llevan valija cargada, como si cada hasta luego se tiñera de adiós, como si cada partida, fuera un anticipo de la frialdad lejana de un lecho eterno, que no sabrá guardas como yo, las memorias de tus besos.

Se me estrangula el “te quiero” en la garganta y el deseo de dormir mecida y arrullada por tu presencia y el corazón me estalla de ganas de raptarte y esconderte el pasaporte, para que no puedas partir.

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