domingo, 26 de octubre de 2008

Los domingos, como siempre




Me despierto entre seis y siete y veo los primeros rayos de sol entrar por las rendijas, el aroma del café en la cocina, una constante de los últimos tiempos, desde que la cafetera es programable y su ahora me lleva a pensar que alguien lo ha hecho por mí.
Me estiro, perezosa, buscando la excusa para quedarme calientita bajo la cobija, mis manos acarician mi piel, suave y cálida y extraño un roce distinto. Las mentiras que nos contamos al borde de la cama, sin que nada cambie.
La gata, melindrosa, se sube a mi cama, pidiendo cariño con su ronroneo y me doy cuenta de lo parecida que somos. Mimosas al extremo, esperando el roce amable. Y entonces recuerdo aquel cuento Zen, de dejar la cama de inmediato al despertarse, como si se tratase de un par de zapatos viejos... ah, pero que cómodos son los zapatos viejos.
Hago un repaso aterrador de la lista de deberes que debo hacer y corro al baño y luego a la cocina a abrazar mi taza preferida y beber un sorbo de café... la voz de mi madre en la cabeza, recuerda tu medicina, las vitaminas y el calcio... luego dirán que un mensaje repetido mil veces tenía efecto. Y me embobo con los hilos sueltos de mi pijama, renuente a quitármela... termino mi café y los vapores de su aroma me llevan a tu boca, con sus terrones de azúcar y la nube. Entonces, entonces te respiro y bebo el último sorbo que me queda de ti.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Vistes mi alma de alegría

Quisiera vestirme de sonrisas
de gestos alegres, coloridos
quisiera arrugar la cara contra tu mejilla
apretarte cuando estás desprevenida
y verte sonreir calentando mi universo

Quisiera no sentirme tan sola cuando no estás.
Verás, suceden las mismas cosas
hago mi vida de la misma manera
pero tú me faltas

Tus "te quiero" cuando traes el desayuno
cuando inventas la merienda
cuando imitas la ambulancia
cuando no te quejas y sonries

Tus consejos cortados por mi impaciencia
resuenan en mi mente y termino obedeciendo
en medio de mi desidia cotidiana
con tal de traerte a mí

Quisiera no extrañarte tanto
disfrutarte menos, sentirme menos cercana
pero eres lluvia que empapa, alegría que contagia
emoción que conmueve y emborracha

Apenas te has ido y sueño con tu regreso

martes, 14 de octubre de 2008

Alma de niño





Se me acabó la niñez una tarde a finales de verano
pero no las ganas de ser niña,
de reir sin razón aparente por aquella travesura
que a escondidas, detrás del sillón, hicimos.

Aun me río con la risa espontanea,
aun saludo mirando a la cara y sonrio
Aun espero despierta a media noche la vispera de Reyes

Aun salgo con prisa, corriendo por las veredas
con el cabello al viento y el sol pegando en la cara
sin pensar en la crema o en las arrugas

Y es que, ser como un niño es vivir de verdad
sin deberle a la vida, sentir
el palpitar del corazón en cada poro.

Es lanzar una piedra a un lago y quedarse a ver las ondas,
es nadar desnudos en las lagunas de las tardes soleadas,
es llorar con todas las lagrimas la muerte de un ruiseñor

Es vivir con el corazón ligero,
con la sonrisa facil
con el gesto sincero

Vivir con alma de niño es pintar con todos los colores
las páginas de la vida, aunque a veces se le dé
con el codo al tintero.

lunes, 13 de octubre de 2008

Mi Nani



Esto parece que fue hace mil años

apenas dabas pasitos y balbuceabas palabras,
yo gateaba por el piso tras tus pasos
y trataba de dibujar sonrisas para la mejor foto.

Tenerte, siempre ha sido un milagro.
Como un pedazo de cielo que se pegó en mi vientre,
me diste sin saber el gozo supremo de saberte
cierta dentro de mí.

Mi vida se partió en dos con tu llegada,
antes era, pero nunca sería lo que soy de no estar tú
en mi vida... octubre te trajo a mi vida,
el otoño se hizo tiempo de alegría
y tu vida me da vida, una nueva, grande y maravillosa.

Gracias mi Nani, eres con mucho mi mejor día,
tú me vestiste de madre, para tu hermanita,
eres la luz de mi consciencia y el desvelo de mis noches.

miércoles, 8 de octubre de 2008

No hemos vivido en vano


Y si al final de nuestros días,
cariño mío, nos damos cuenta que hemos corrido
sin freno para llegar a una meta incierta
jamás alcanzada...
¿Lamentaremos el tiempo recorrido?
Seguramente no, porque cada segundo
que hubiera estado contigo
pagaría con creces la incertitud de tu amor.

Y si un día el otoño cae sobre nuestros hombros
y un duro tiempo invernal nos enfría los pasos,
y el espíritu,
¿lamentaremos los besos que a escondidas nos dimos?
Ciertamente no, porque el calor de tus labios en los mios
es capaz de derretir mil tempanos de hielo y hacer correr
la sangre por mis venas a velocidad abismal.

Y si un día el olvido te toca la frente,
¿Lamentarás entonces cada recuerdo mío?
Definitivamente no, porque cada souvenir te parecerá un sueño repetido,
un déjà vu, de una vida pasada que seguro tuvimos y que vive en ti,
como un holograma nitido en cada una de tus celulas y tejidos.

No, cariño, no hemos vivido en vano.

martes, 7 de octubre de 2008

Parten tras tu huella

Y mis recuerdos parten tras tus huellas de pasos cansados. Como parten las hojas tras el viento, con un rumor de olas, despeinando la acera. Tus palabras cariñosas, para la nena consentida que soy ante tus ojos, tu mi primer amor. En tus ojos me veo niña, siempre.

De tu mano aprendí a no tomar riesgos verdaderos, y volé sobre acantilados cuando me perdía de tu vista protectora, porque nada podías hacer para impedirlo. Sí, me hubieras guardado con mimo sólo para ti. Pero un día me viste mujer, te peleaste con el tiempo que te había surcado la cara y protestaste en silencio, mientras me viste partir.

Ahora vuelves año a año, con tus pasitos cansados, con las mejillas perladas, por las lágrimas de un tango, que te baila por la pista de la niñez arrancada, efímera, terriblemente corta. Me miras y, ante tus ojos, por momentos crees ver a esa niña de otros tiempos, que se escurre entre tu cama para espantar los miedos.

Y mis recuerdos parten contigo, llevan valija cargada, como si cada hasta luego se tiñera de adiós, como si cada partida, fuera un anticipo de la frialdad lejana de un lecho eterno, que no sabrá guardas como yo, las memorias de tus besos.

Se me estrangula el “te quiero” en la garganta y el deseo de dormir mecida y arrullada por tu presencia y el corazón me estalla de ganas de raptarte y esconderte el pasaporte, para que no puedas partir.