sábado, 28 de junio de 2008

Cercano a mi niñéz




Día a día,
desde los seis años,
mis pies pasaban por frente de esta iglesia.
En esa plaza, corría luego de la escuela.
Al fondo, detrás del fotografo,
hay una estatua de Rafael Urdaneta,
dónde mi hermano jugó a ser
spiderman, sin poder bajarse.

Entrando a la iglesia,
crema y oro
detrás de del altar menor,
hay un patio interno
y al lado el pasaje a mi escuela.



En el atril antiguo, frente el altar central
el padre daba sólo la misa solemne
El coro de mi escuela -yo entre ellos-
cantaba los salmos, desde el balcón.

Nubes de nostalgia,
recuerdos lejanos.
En el altar menor
se casaron mis padres
por la iglesia.
Y fuimos sus pajes,
yo y mis hermanos.

Olor a incienso,
noviembre día de muertos
misa pagada, por un año
de la ausencia de la abuelita
y el vestidito de pat'e gallo,
para no guardar luto cerrado

Madrugada de diciembre,
patines y bicicletas,
saliendo de la misa de gallos
y el corazón alegre
por las calles cerradas
y el sonido de gaitas
y aguinaldos

A los flancos de la iglesia
un cartel en marmol reza:
"Nadie es tan malo que no pueda entrar
Nadie es tan bueno que no lo necesite"
Y en el altar menor, Jesús misericordioso
abre sus brazos y derrama bendiciones.

Una vez, hace tiempo
cuando yo era niña
y cantaba salmos
iba a esa iglesia.

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