martes, 1 de abril de 2008

Ojos verde gris. Melancolía, ese debió ser tu nombre

Mi papa, es hijo de una mujer que nació bajo en signo de la fatalidad. A los 5 años queda huerfana de padre y madre. A sus padres los mato la peste, que viajo con ellos en el barco que los trajo de Europa, no se bien de dónde. La crió una familia cercana a sus padres, hasta que tuvo 14 años. Tenía la desventura de ser mujer, en una época dónde eso significaba menos que ser una perra, una mula o cualquier cosa. Si no tenias apellidos o plata, cualquier hombre podia tomarte en la calle y llevarte como ganado realengo.

Y asi fue como echada de la unica familia que conoció hasta entonces, para probar suerte, salió al borde del camino, de uno de los tantos pueblos olvidados de Dios, en Venezuela. Y pasó un hombre por la carreta, que le ofreció llevarla a algun sitio. La recojió y la hizo suya.

Tuvo suerte. Él acostumbraba a sonsacar niñas jovenes, muy jovenes, tantas como el dinero le permitía mantener. Las metia en una de las diferentes casas que tenía, y se apoderaba de ellas. De hecho, tenía varias mujeres y en casi todas tenía hijos. No era bueno ni malo, solo era un macho, insatisfecho, que tenia mujeres para su placer, pero siempre amanecía con su esposa. Ese era su orgullo, decir que jamás pasó una noche por fuera. ¡Ay, el Sr. Antonio!

Quedó prendado de Claudina, ella tenia una belleza lejana, melancólica, con una tristeza perpetua, que se dibujaba en sus ojos verdes claro, en su cabello amarillo, claro muy claro y en su piel blanca, blanquísima. Era apenas una cria cuando conoció a Antonio. Él se dedicaba a la construcción, como jefe de obras ganaba como un arquitecto de nuestros tiempos y lo gastaba en mujeres, con la ventaja de que a cada una le ponía una casa. A una de esas casa llevo a Claudina, la vistió, le dió de comer, la sedujo y la embarazó. Pero como la felicidad no era para ellas, tuvo 5 pérdidas antes de dar a luz a su primera hija, años despues naceria la segunda (de quien heredé el nombre) y luego un tercero, el único varon que casi la mata y muere él en el parto. Él es mi papá, lo bautizaron la misma noche de su nacimiento, por miedo que muriera sin ver la gloria de Dios. Mi abuela quedó en cama, apenas si alcanzó a darle un nombre: Daniel.

Soy mestiza, por dónde me mires. Antonio, a quién sólo vi una vez, era hijo de una mulata con un indio. De él herédé los crespos y la nariz ancha que tanto te gusta. De Claudina, esa nostalgia eterna, de aquello que no se conoce. Tenía los ojos verdes claros, casi grises y el cabello ya blanco cuando la conocí. Apenas estuve con ella, murió cuando yo tenía 6 años.

Recuerdo que pasé con ella unas vacaciones de verano, la recuerdo peinar sus trenzas frente a la tele, el cabello le daba a la cintura, ya sus ojos no tenian el reflejo de color alguno, eran grises. Se sentaba frente a la tele sin ver, sólo pasaba una y otra vez el cepillo, con la mirada perdida, quién sabe dónde. Cuando venía papá, se encerraban en la salita, ella se acomodaba en la tumbona y le decía:

- pon un disco, Danielito.

Y mi papá ponía un disco de Gardel y se sentaban los dos en silencio y se emocionaban hasta las lagrimas, mientras escuchaban un tango. Todo ese verano dormí con ella, en su cama adoselada, de cuartos de techo alto, con tragaluces en forma de lunas. Su casa de patio interno y de cocina enorme, se convirtió en una pensión. El piso de cemento blanco pulído, con pintura en forma de plumones de colores rojo y verde, apenas se conservaba en la salita, dónde las filigranas doradas, de las paredes, vibraban aun con la voz de Gardel.

(Mi Ángel, no se por qué te cuento todo esto. Es la historia de mi familia y nadie se atreve a repetirla más de una vez, porque es una historia triste. Cuando te digo esto, hay lagrimas en mis ojos y un deseo inmenso de llorar, que contengo sólo para seguirte contando de mí).



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue contando. Sabía que eras bonita, pero no imaginé cuánto. Gracias por pasarte por mi lugar, no te esperaba. Un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Gracias, de verdad por pasearte por aquí.
Tan ponto retome vuelo, sigo contando esta historia.