martes, 25 de marzo de 2008

El principio, no es nunca el comienzo


Naci en la madruga de un domingo 15 de septiembre, en el año del mono, como tú sabes.
Era la tercera de un total de 6 hijos que tendrian mis padres, mi mamá me parió con un sentimiento de culpa, muy grande porque salió embarazada cuando mi hermano mayor tenia sólo 3 meses.

Y aunque feliz de recibir una niña, ya que tenía 2 varones, ella sentia que le quitaba parte de su afecto a mi otro hermanito. Justo ese mismo día era la fiesta de cumpleaños de David, quien nacio un año antes, el 11 de septiembre.

Bueno, como verás, habia fiesta, pero no por mí. Mi papa llego al poco rato de yo haber nacido. Fue amor a primera vista, de una vez me cambio el nombre. Mi mamá me queria llamar Diana y mi papa me nombró Carmen Cecilia. Siempre he dicho que son las madres quienes deben nombrar a los niños. Ellas sienten su energía. Pero eso era muy evolucionado para él, que tenia antojo de nombrarme Carmen, por la virgen (no te rias), de quién él era muy devoto y Cecilia por una tía, que no es santo de nuestra devoción. Aunque me gusta mi nombre, me pregunté durante mucho tiempo que habría pasado de llamarme Diana.


Viví una infancia con muchas privaciones, durante 3 años fui la más pequeña. Todo un privilegio. Pero mis padres eran de origen muy humilde, y viviamos en casa de la abuela de mi mamá, quien la crió. Ya que mi abuela era muy ligera de cascos y tenia en su haber tantos maridos como hijos, a cada uno le habia parido. Mi mama corrió con la suerte de ser una flor en el fango, mis abuelos, inmigrantes españoles (González - Montes), habian llegado en barco, tuvieron 3 hijas. Todas llegaron a trabajar en bares de mala muerte en el arrabal de la ciudad, de un país neo-petrolero, que siembra pobreza en todas las ciudades, antes de sembrar progreso.


Mi mamá en cambio, se cuidó de esa vida, era muy devota y virtuosa, estudio toda la primaria, hasta terminarla y llego a hacer sus estudios secundarios completos, antes de conocer hombre. Eso era todo un logro, en esa época. Se debió seguro a su calidad personal y a los cuidados devotos de su abuelo José María y Mama Pancha.


Bueno, mi papá, toda una joya, para su tipo buen mozo, mujeriego, parrandero, culiador. Se enamoro de mi mamá por lo impenetrable, por diferente, por fuera de lote y ella de él porque los opuestos se atraen. Mi mamá tiene el cabello negro azabache, liso, brillante, un poco más oscuro que Adriana, mi hija. Mi papá le decia Negra, que aqui en Venezuela, se le dice Negr@ al más querido, consentido, de la familia. Mi mamá era su Negra, aunque es morena.

No hay comentarios.: